Con incienso abre el cortejo del paso de Cristo del Amor.
Sereno, como anda el paso de un señor crucificado. Siempre hacia delante...que ese andar sea el deleite de los costalero y el disfrute de todas las personas que contemplan al Cristo.
Las mantillas acompañan con dolor. Su negro vestido es sinónimo de aflicción y tristeza.
Desde pequeño se crea escuela para en un futuro inmediato ser un músico excelente.
Miradas que se pierden en la oscuridad. Miradas que hablan por si solas...es la grandeza de la Semana Santa.Costaleras que han concluido, por el momento, su trabajo llevando a la Virgen de la Encarnación.
Virgen de la Encarnación. Reina del Campo de la Verdad y de la barriada del Cerro.
Dicen que una imagen vale más que mil palabras. La foto lo dice todo.
La virgen , con su andar, se encamina hacia la salida de la Mezquita. Queda la alegría por poder verla.
El alminar de la mezquita de Córdoba duerme en la noche. Su grandeza se eleva al cielo para decir que es tiempo de primavera.
Fuera ya de la mezquita ponemos rumbo hacia otro lugar al encuentro de una nueva cofradía.
Hermosa continuación de tu reportaje Paco, el mezquita verdaderamente es un monumento soberbio.
ResponderEliminarUn abrazo Paco.
Jean-François. www.jfbaphotographie.com